¿Mojigateria o Santidad?
Definiendo Mojigateria: Beato. Gazmoño.
Santurrón. Hipócrita. Meapilas. Santón. Puritano.
Definendo Santidad: Apartado
de...para...
“Por tanto, nadie os
juzgue en comida o bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva
odías de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero
el cuerpo es de Cristo. Nadie os prive de vuestro premio, afectando
humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha
visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal, y no asiéndose
de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y
uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento
que da Dios.
Pues si habéis muerto
con Cristo en cuánto a los rudimentos del mundo, ¿Por qué, cómo
si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: No
manejes, ni gustes, ni aún toques (en conformidad a mandamentos y
doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? Tale
cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto
voluntario, en humildad y duro trato del cuerpo; pero no tienen valor
alguno contra los apetitos de la carne.
Si habéis resucitado
con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a
la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las
de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida
con Cristo en Dios.” Colosenses 2: 16-23- 3:1-3.
La caracteristica principal
de una vida mojigata, es la caracterizada de una vida insegura, no
bien plantada en la roca que es Cristo. La gente se debate en la
inseguridad: ¿Seré salvo? ¿Estaré haciendo lo correcto? ¿Hice
una buena elección? ¿Habré escuchado bien?
¿Suena familiar?
No terminamos de definirnos.
“Hasta que no tengamos rostro,” dice Lewis, pero
mientras tanto, nos hundimos en la ciénaga de la incredulidad, de la
inseguridad, en los rudimentos del mundo. Nos hastía el
enmascaramiento. El viejo juego del “picabu.” Pero continuamos
inmersos en él. Porque pensamos que es la única solución a
nuestras vidas “cristianas,” sin sentido, sin dirección. Faltas
de la confianza que produce una relación cercana con la fuente de
Vida. Porque rechazamos la verdad de Cristo; que nos dice: Tú vida
está escondida (como en una cripta) con Cristo en Dios.
Allí estamos seguros. Allí
estamos a salvo de la inseguridad. Allí permanecemos firmes.
Anclados. No importa el vendaval, ni los fuertes vientos, ni la
tempestad. La firmeza nos hace estar seguros. El aplomo nos anima a
la certeza. Entereza en toda la extensión de la palabra.
Cristo (Su amistad e
intimidad) nos proporcionan la seguridad y confianza, para evitar la
controversia, y no vernos envueltos en nuestros pobres intentos por
restringir las pasiones pecaminosas. Pobres y relativistas intentos.
Que no dejan de ser opciones humanistas, producto de comer del árbol
de conocimiento del bien y del mal. Meros actos externos, que no
producen cambio en lo interno, en el corazón (que es allí, de donde
surgen las malas pasiones, las concupiscencias, y los malos
pensamientos).
En alguna ocasión, hablando
con un hermano, acerca del porque hacíamos tales o cuales cosas, que
el no practicaba, ni aprobaba, y además juzgaba muy duramente,
porque no era de “cristianos” el hacerlas, según su punto de
vista, y siendo rebatido, confesó que la tarde anterior a nuestra
conversación-discusión, había ido a las vias del tren, a un lugar
apartado, donde le ofreció a un vagabundo que por allí pasaba,
cincuenta pesos, por dejar hacerle sexo oral. Y cayendo el mismo en
la cuenta, del error de su falta, y de su mojigateria, me dijo: “Soy
bueno para juzgar el que hagas o no ciertas cosas, pero no soy bueno
para juzgarme a mí mismo, haciendo lo que hice ayer por la tarde.”
Y, continuó: “Es más grave lo que yo hago, pero no lo reconozco,
que lo que tú haces, y que ni siquiera estoy seguro que Dios
desapruebe, pero admito mi falta, mi pecado.”
A ésto me refiero con
mojigateria.
Tiene también el sentido de
tibieza. Con su consecuente estímulo al músculo vago del
Omnipotente, terminando siendo vomitados.
La santidad es
resultado de la nueva naturaleza. Pero que quede claro: No es ago que tú puedas producir por esfuerzo propio. Haber dicho las palabras mágicas:
“Ven a mí, y sálvame, o creo en Tí,” es el primer paso. El
inicio. El Nuevo Nacimiento. Pero hasta ahí. Y como todo bebé,
necesita ser alimentado, limpiado, cuidado, atendido, enseñado.
Todo el potencial está contenido allí. Pero no asegura otra cosa.
Conozco a cientos de personas que dieron ese primer paso; no sé
porque razones, motivado, y que no siguen a Jesús. Que no caminan
con Él. Que no son guíados por el Espíritu Santo. Sin raíz en
sí. Con corazones duros. Duros a fuerza de costumbrismos, de
metodismos, de sistemas religiosos carentes de vida. O ahogados por
los afanes del dinero y la consecución de más cosas (abundancia o
afluencia de cosas) de perseguir afanosamente la jubilación, el
retiro, la seguridad de la vejez o cesantía, o simplemente siendo
seguidores del destructivo “evangelio de la prosperidad.”
Olvidando que la palabra del reino de Dios produce fruto eterno.
Santidad tiene que
ver con una vida dirigida, acaudillada, abanderada, encabezada por el
Espíritu Santo.
Comencé la
publicación, haciendo unas preguntas: ¿Seré salvo?
¿Es a todo lo que
aspiras? ¿Eso es el todo?
¿Y qué, de una
vida destronada, de una vida de muerte diaria, de una vida de
sufrimientos, de tribulaciones por alcanzar ese reino prometido?
Además que no es la parte que se predique por tenerle fruición,
porque no nos conviene, porque no es acorde con el evangelio de
salvación, con el que estamos tan familiarizados, tan contrario al
evangelio del reino. Y las dudas asaltan. ¿Seré salvo?
¡Quien es guíado
por el Espíritu Santo, no se lo cuestiona! No es su preocupación.
Respóndete a tí mismo: “Porque todos los que son guíados por el
Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.” Romanos 8:14. ¡Así
de simple, así de sencillo, así de honesto y franco!
Salvación es
resultado de buscar el reino de Dios, de haber entrado en él (no
sólo de verlo, a la distancia). ¡Resultado! No fin en sí.. Y mucho
menos del esfuerzo propio o las buenas obras. La justicia de Dios no
viene por méritos propios. Es resultado de la relación, de la
cercanía, de la comunión con Cristo. Cumplido totalmente por
nuestro Señor y Dios.
El reino tiene que
ver con señorío. Tiene que ver con dominio. Con autoridad. Con
guianza.
Eso te dará la
respuesta a la tan ansiada pregunta.
¿Mojigato o Santo?
¡O Blue Demon! El
color no hace la diferencia. El fin es el mismo.